miércoles, 5 de noviembre de 2014

AndoMochileando - Camino a Potosí

La altura destapa y tapa mis oídos de un soplo, debilita mi cuerpo, lo envuelve en el aire y lo invita a volar.
Recorro de punta a punta aquella cima que parecía inalcanzable y que ahora se vuelve un enorme jardín. Las luces de la ciudad se agrupan como estrellas a mis pies. Una línea zigzagueante parte la imagen en dos perfectas mitades, la de un cielo azul uniforme y la de unas oscuras montañas. Se vuelve lejana a los pocos segundos la montaña que me acobija y un nuevo gigante me da la bienvenida en cada curva del camino. Abrazo las nubes, acaricio apenas con la punta de mis dedos la luna que se esconde y reaparece en cada giro, en cada paso. A mi izquierda, una inmensa cantidad de tierra me hace sentir ínfimo. A mi derecha, el paisaje me proclama infinito. Mi asombro es mayor al miedo.  Miro hacia atrás y veo el inmenso camino recorrido. "La vida misma", pienso.Sigo jugando, volando entre montañas y casi sin darme cuenta, llego a Potosí.

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