lunes, 27 de diciembre de 2010

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miércoles, 22 de diciembre de 2010

Mi Refugio

Y me negabas con la cabeza. Me decías que no querías un grisín. Pero yo sé que no me mirabas porque yo te convidaba. Yo sé que me mirabas y me pensabas de chiquito, me observabas de grande, me leías y en un instante, resumías todo a cuánto me querés, y cuánto sabés abuela C.,  que te quiero yo a vos. 
Y vos sí, vos si me aceptabas el grisín, porque quizás veías que la Pipita, así, tan chiquita bordita, lo mordía con sus primeros dientes y estaba contenta, en tus brazos abuela O. Y me abrazabas, y me decías Flacucho. Y la Pipita, vos, la tía R. y yo, bailábamos al ritmo de la música de mi celular. 
Se sumaban J. y L. hermanitos de la Pipita, y renovaban el aire del miércoles, que también perdía su luz del día.
Aparecía la tía C. caminando, el tío J. en su moto, la tía M. y el tío J. bajaban del auto que curiosamente, venía de donde yo había estado esa tarde tan hermosa y tan angustiante a la vez.
Te abrazaba R. y sentía que abrazaba más que a un abuelo. Vos me saludaste, seguiste regando el jardín. Pero yo, te abrazé fuerte dos segundos, los suficientes para mí para sentir eso que nunca había sentido y que ni siquiera puedo explicar, porque creo que nunca te había abrazado con tanta admiración.  
Parecía que todos venían a mí, a levantarme, aunque ninguno salía de su rutina, y yo por primera vez podía ver más allá de eso. Podía ver que un saludo de hermano a hermano, era un ¡Qué bueno verte! ¡Qué lindo que estemos los dos acá! Que J. ayudando a la tía C. con las bolsas de compras, L. recibiéndola y la Pipita sonriendo, mostrando sus dos dientecitos, eran hermosos gestos de amor, más que una bienvenida. 
Y como un nene, o volviendo a serlo, recordando cuando con mi primo B. peleábamos por ir a comprar para la abuela O, vuelvo a hacerlo. Junto las monedas que me da la abuela, y vuelvo a vivir eso que tan lejano veía. El mandado. Hoy, sin esperar recibir todo el vuelto de la compra. Hoy, por el simple echo de sentirme parte de algo de lo que ya creía estar fuera.
Saludo al primo B. y lo abrazo como si hubiese sido la primera vez que lo veía después de mucho tiempo. Pero él no se dio cuenta de que con mi abrazo, le agradecía como a todos, por ser parte de eso que estuve perdiendo, y que en solo un segundo recuperé. Agradecerle por ser parte de mi Refugio.

viernes, 17 de diciembre de 2010

Carta abierta a Mi Amor.

Ya sé, vos tampoco entenderás, pero llegaste. Al final no estabas tan lejos ¿viste? Bah, al final yo no estaba tan lejos. Pero qué loco, estás en Emiliano Costantino. Ese chico que escribía tantas cosas sobre tantas cosas. Y que muchas indirectamente, hablaban de vos. O de tu ausencia. Pero que loco fue que llegaras. Te merecés, por tantas cosas que escribí en tu contra, una a favor. Y que raro es que yo escriba estas cosas ¿no? Que raro que yo diga las cursilerías que tanto aborrecía, o las melosidades que tanto me aburrían. Las digo, siguen pareciéndome cursis, pero es lo que provocás en mí. Que incierto sos. Incierto... en mi cabeza, en esta cabeza revuelta, en esta cabeza olvidadiza, en esta cabeza dudosa, en esta cabeza de novio. Estoy entendiendo tus tiempos, mis tiempos. Estoy entendiendo tus sentimientos, los míos. Estoy entendiéndote y manejándote pero disfrutándote. Gracias a vos, pude dejar atrás muchos miedos. Gracias a vos, pude darme cuenta de que no hacen falta tiempos para sentirte. Gracias. Porque soy el mismo, pero con vos en mí. Gracias, porque soy feliz por sentirte, y la felicidad es algo que estaba buscando hace tiempo ya. No quiero pensar en los después. Seguramente así como venís, te vas. No lo sé. No quiero pensar en eso. El día que te vayas, volveré a ser Emi Costantino sin vos. Pero sé que no escribiré todas esas cosas que antes escribía, o sentía. Porque ya te conocí. Y debo admitir que sos una de las sensaciones más lindas, más placenteras, una de las que conforman hoy mi felicidad. Una vez me preguntaron: "¿Que creés que es el AMOR?" Yo dije que nunca te había sentido, que creía que era el estado de querer demasiado a alguien, pero que nunca me había pasado. Woow, que cursi (o bizarra) esta carta, pero ¿ves? es lo que provocás en mí. Nada más, simplemente comentarte que estoy muy bien por aquí. Que sos raro aún en mí. Y no te sorprendas si sigo pensando cuando no estás, que sos una mierda. Sisí, lo siento, pero es lo que decimos quienes nunca te habíamos sentido y vivimos resignados a conocerte, o te perdimos y creemos que nunca vas a volver. Te doy tiempos. Ya sé con cuales te manejás. Los tuyos, no son fijos. Son inciertos, porque sos incierto. Pero hoy Emi Costantino te siente, y está feliz por lo que provocás en él.

PD: AH si! Y Gracias por venir encima en esa personita.

                                                                                                   Atentamente, Emi Costantino.