miércoles, 2 de enero de 2013

Vos en mi (ex)cabeza.

Un rayo de sol apenas entraba a mi retina, y vos ya estabas ahí, en lo más profundo de mi pensamiento. Los segundos pasaron y recordé que estuviste ahí toda la noche, en mi inconsciente, en mi soñar, hasta volviste a estar en mi despertar. Y después de eso... Y estás, y deberías de haberte ido. Te gusta jugar en mi cabeza, te gusta bailotear en mi cerebro. Te encanta ser la sinápsis de mis neuronas, te encanta ser quien revolucione mis hormonas y las invite a jugar con tu imagen desnuda, con tu carne, con tu grito, con tu ser. Y estás, y deberías de haberte ido. Pero te gusta mostrarte en cada rincón del mundo, te gusta hacerte oír en cada canción, te gusta hacerte sentir en cada logro que doy. Necesito que te escapes por mi oído en zumbidos, por mis ojos en agua, por cada fibra de mi cabello. Evaporate, sé brisa, sé viento. Quiero poder sacarme este peso que cargo a mi espalda. Dejá de recordarme cuánto sufriste, porque ahora sufro yo, y ya es suficiente. Ya mi cerebro se marchita, ya te veo en el blanco y en el negro, en la luz y en la oscuridad, al cerrar los ojos y al abrirlos, como todas las mañanas o las madrugadas si es que no me dejás conciliar el sueño. Y si lo hacés, te sueño.
No encuentro solución alguna: en "ignorarte" te pienso, en "dejarte ir" te extraño, en "clavos", cuesta sacarme los míos. Perdete, dejame en paz, dejá mi cabeza tranquila que ya no quiere verte detrás de una puerta, detrás de un mostrador o en el lugar de mi cama que alguna vez te guardé, y (como hoy mi cabeza) alguna vez ocupaste.
Quiero que un rayo de sol sea un lindo despertar, quiero que no seas mi sombra, ni ser la tuya, quiero estar feliz por tu felicidad, pero no puedo por tu tormento.
No me toques, tocáme. No me busques... Encontrame, andate, ¡No! ¡Soltame! ¡Dejá mi cabeza! ¡Dejá de darme vueltas! ¡No rías! ¿Por qué ríes? ¡Dejame! ¡Andate! Esperá... ¡No! ¡No te vayas!... Sí... eso. Jugá en mí. Jugá conmigo, bebé en mí. Tomá todo de mí, vaciá mi cabeza, llenala con lo que quieras, con tu risa, con tus ojos, con tus besos. Dale, quedáte, eso.... así.... Así podré olvidarte. Disculpame es la única forma: que te amoldes en mí, que seas VOS y solo vos en mí, y luego... ¡Baaang! Dispararme en la cabeza.