miércoles, 30 de marzo de 2011

Merienda de muertos

Hoy nos reunimos a merendar otra vez. Rodrigo el cantante, que murió en el cumpleaños de mi primo. Ramón, el vecino, que falleció en el cumpleaños de mi otro primo y que ¡Oh casualidad!, murió su santo tocayo el día de mi cumpleaños.Y yo, que morí también en el cumpleaños de mi primo, pero año atrás.
¡Qué lindo es conocer gente nueva (relativamente)! Rodrigo y Ramón (aunque es novato) traen amigos a casa. Saludo más cariñosamente al abuelo Carlos, que murió en el cumpleaños del próximo galán de novela, la del 2028. Todos notan ese gesto, pero shh... el abuelo no es de venir mucho, se queda armandole zapatos a Olmedo allá arriba a veces y me es inevitable tal bienvenida a mi mesa.
 Escucho sus historias de vida (y las de muerte también) entre chocolatada, café, mate de algunos y el infaltable habano que fuma mi vecino en plena tarde.
"¡Qué irónica tu muerte!", me dicen todos. "Dale Emi, ¡Vos no tendrías que estar acá!", "¿Qué hacés acá Emi?, dale, ¡Largá el mate (arriba tomo mate más a menudo) y volvé!"
Uno no puede revivir muchachos. Ya "arruiné un cumpleaños un año atrás". ¿Cómo hago para solucionar eso? Matar un cumpleaños... Pasame el azúcar. Los muertos no tienen solución... y menos en los cumpleaños... ¿A quién le toca este mate?

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